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MUNDO MÁGICO (El hada y el Mago)

Cuentos y Leyendas

LIBROS PROHIBIDOS

  Desde que el hombre adquirió sus primeros conocimientos, reflejó sus ideas, creencias, sentimientos y vivencias en millones de textos. Muchos de ellos se han perdidos, otros cayeron en el olvido y una gran cantidad fueron pasto de las llamas de la intolerancia.
De esta manera se extraviaron para siempre conocimientos fundamentales de nuestra Historia, así como descubrimientos que podrían haber cambiado el destino de la Humanidad...

 

Los Egipcios pasaron de la noche a la mañana de ser un pueblo de pastores, a convertirse en una gran superpotencia cultural, cuyos portentos todavía asombran al ser humano. ¿Adquirieron los egipcios sus conocimientos de forma autodidacta, o por el contrario hubo alguien que les ayudó? Si esta última hipótesis fuese cierta, también se da verdadera la leyenda del Libro de Thot. En él los dioses, o seres a quien los antiguos egipcios tomaron por divinidades, plasmaron los conocimientos necesarios para crear una nueva civilización.

Thot es representado como un ser humano con cabeza de ibis. En sus manos sostiene una pluma y una paleta con tinta, al igual que el resto de escribas del país de los faraones. Era el secretario de los dioses, y por tanto, el encargado de transmitir sus conocimientos a los demás mortales. Inventó la escritura, y sus signos son un mono y una luna. Según la antigua tradición egipcia vivió en la hoy desconocida ciudad de Hermópolis, donde posiblemente acabó sepultado su preciado libro.
El primer texto conocido donde se hace referencia a este manuscrito es el papiro de Turis, publicado en París a finales del siglo XVIII. Aquí se describe el intento de asesinato de un faraón, a través de fórmulas mágicas extraídas de las entrañas del Libro de Thot.
El monarca, enojado por la conspiración, mandó quemar el polémico texto, además de ordenar la ejecución de cuarenta nobles y ocho damas involucradas en tan turbio asunto. Sin embargo, si lo que dice la estela Metternich es cierto, la historia anterior debería ser considerada como falsa.

Descubierta en 1828 y datada en el siglo IV antes de Cristo, narra por boca del mismísimo dios escriba, como él quemó su codiciado tesoro tras expulsar de la Tierra a Set, el señor de las tinieblas, y a siete caballeros del mal.

Más tarde, en plena Edad Media son muchos los magos que afirmaron poseer el famoso libro, del cual extraían sus hechizos y sortilegios.
Entre los saberes que figuraban en este manuscrito, se encontraba la capacidad de comunicarse con los animales, e incluso las fórmulas necesarias para resucitar a los muertos. Muchos eran los objetos mágicos que podían crearse con dicho manual, entre ellos el fabuloso Ankh-en-maat, un espejo que reflejaba todo lo negativo y pernicioso de aquellos que se atreviesen a poner su rostro ante él. Otorgaba, además, la posibilidad de comprender el funcionamiento de la Tierra y las estrellas, así como el entendimiento de todo lo que podemos considerar como sobrenatural.
Es normal, por tanto, que fuese una obra muy codiciada.

Con algo más de fiabilidad, durante el siglo XVIII sí parece que oculistas de reconocida fama llegaron a ver una parte de este libro.
El escritor Antoine Court de Gébelin defendió haber tenido entre sus manos parte del texto egipcio original, y según su relato éste no era más que la descripción de los arcanos mayores del tarot.
En el mismo siglo otro conocido experto en ciencias ocultas, Alliete, llegó incluso a publicar cuatro obras sobre el legado del dios escriba. Ninguno pudo demostrar jamás tales hechos, aunque si es posible que el tarot formara parte del Libro de Thot. No en vano, estas cartas, como otros tantos artes adivinatorios representan en sí una cosmogonía. Así, según sean unos u otros los naipes que salgan en el juego, tendremos a favor o en contra determinadas fuerzas de la Naturaleza.
Desde el siglo XVIII hasta nuestros días, doscientos años de silencio. Si el conocimiento de este libro reposa en alguna biblioteca oculta, su dueño prefiere mantener sus secretos a buen recaudo.

El legado de Salomón

Por desgracia la magia se ha convertido en un esperpéntico teatro. Desfiles interminables de payasos deambulan por televisión, convirtiendo a la "caja tonta’ en un objeto, aún si cabe, todavía más inservible.
Sin embargo, y en contra de lo que muchos puedan pensar, la maga fue el primer intento del hombre por conocer las leyes que rigen el universo que le rodea. Es por ello que magia y religión van cogidas de la mano en los albores de la Historia. De ahí que sacerdotes e iniciados fueran los guardianes de conocimientos secretos, justo cuando la civilización daba sus primeros pasos.

Un claro ejemplo fue la vida y obras del rey Salomón, tal y como lo define el Libro de los Reyes: "Salomón fue el mayor de todos los monarcas de la Tierra en riqueza y sabiduría". A este personaje, que marcó la Historia de su pueblo, le fueron entregados por su padre, el rey David, todos los secretos de la Cábala.
Esta doctrina mezcla de magia, Ciencia y Filosofía, concibe el Universo, no como una creación de Dios, sino como una emanación directa del Creador. Conociendo, por tanto, los secretos de la Cábala, podemos controlar todas las energías de la Naturaleza. A Salomón le fueron entregados estos saberes, para que los plasmara en un templo que sirviera de morada a Yahvé. Hoy, del templo tan sólo nos queda el famoso Muro de las lamentaciones, centro de culto y objeto de veneración para todos los judíos.

Gracias a estos secretos se crearon también el Arca de la Alianza o la mesa de los panes, objetos mágicos cargados con una facultad sobrenatural.
Pudiera tomarse a solfa este tipo de conocimiento, sin embargo el poder del arca hizo que se derrumbaran los muros de Jericó, los más grandes y sólidos de la antigüedad.
El mismo Adolf Hitler persiguió este poder dos milenios después, convencido de que con él podría dominar el mundo. Salomón era consciente, por tanto, de que él era el último guardián de este saber oculto. No es descabellado que lo dejase escrito para salvaguardar a su pueblo.
Así nacieron las Clavículas de Salomón, una de las obras más perseguidas de la Historia. Tal y como relataba el erudito Nicetas Choniates en una de sus obras, aquel que posea el testamento de Salomón se convertirá en el hombre más poderoso sobre la faz de la Tierra. la palabra clavículas, viene a significar "pequeñas claves", y en la portada del libro figuran las dos columnas que había a la entrada del templo. Sin embargo, el ser un objeto tan ansiado, hizo que desde antaño gran número de oculistas afirmaran poseerlo. Por ello no es extraño encontrarnos en las librerías gran cantidad de libros con esta portada y mismo título, No indica que sean, ni mucho menos, las verdaderas clavículas, sino que son en realidad tratados de magia con poco o ningún fundamento.
Aún así, es posible que hasta nuestros días haya llegado algún fragmento de esta fabulosa obra. En la Biblioteca Nacional de París, puede verse un manuscrito de las clavículas que nada tiene que ver con los ridículos tratados de magia medievales. Es un texto muy denso que habla de la forma de comunicarse con entidades superiores, Una buena parte de su contenido la forman grabados geométricos, que servirían para este tipo de rituales, de la misma forma que los monjes budistas tibetanos utilizan los mandaras para abrir las puertas de otra realidad.
Aunque en un principio parezca un absurdo que este texto sea una parte del legado de Salomón, no se convierte en una idea tan falaz si estamos versados en cábala judía.
La interpretación de los escritos, según esta antigua tradición, no es nunca literal. Hay que reinterpretar todas las letras, dándole, además, a cada una un valor numérico. Tal es la forma que utilizaban los antiguos cabalistas para encriptar sus textos, y a buen seguro, la que utilizó el rey de los hebreos.
Esto convierte al mencionado manuscrito en todo un desafío, al alcance de aquellos que se atrevan a asumirlo.

En honor a la verdad, también existieron otras clavículas que pudieron ser las verdaderas. Pertenecieron al celebre ocultista Eliphas Levi, y después a Stanislas de Guaita. Su destino final fue una subasta en el Hotel Drouot de París en el año 1968. Pero la identidad de su dueño, que pagó una fortuna por ellas, es tan desconocida como su contenido.

Los libros malditos

El poder de las letras no es nada despreciable, sobre todo por que en ellas pueden ir conocimientos con una fuerza que desconocemos. Un caso singular es la historia de Lafayette Ron Hubbard, conocido escritor de novelas de ciencia-ficción, nuevamente de moda gracias a la película Campo de batalla la Tierra, basada en una de sus obras.
Este singular norteamericano cambió radicalmente su forma de pensar tras sufrir una experiencia de premuerte en la Segunda Guerra Mundial. Concibió entonces una nueva forma de psicoanálisis, basada en los engramas. Con esta palabra definía las trabas que de manera inconsciente arrastramos desde pequeños, marcados por lo que escuchamos desde que estamos en el vientre dé nuestra madre. Sus teorías, que no tienen fundamento científico alguno, se plasmaron en una de las obras más vendidas de la Historia: Dianética.
Con este libro de autoayuda pretendía llevar a los sujetos hasta un estado psíquico que definió como "claridad". La primera persona con la que experimentó su novedosa teoría fue su mujer, que al alcanzar la "claridad" pidió el divorcio. Se ve que
algo de razón tenía... Más tarde creó la Iglesia de la Cienciología, hoy en día considerada una secta. El caso es que miles de personas siguen fielmente su obra, y Dianética es el libro de autoayuda más vendido del mundo.

Este extraño personaje reunió su vida y recuerdos, en una obra a la que tituló Excalibur.
Según relata Jacques Bergier en su ensayo, Los libros condenados, todos los amigos de Hubbard que lo leyeron, haciendo de cobayas, cayeron en la locura. Esto ha provocado que Excalibur sea la única obra de Cienciología que no es pública. Pocos son, por tanto, los que realmente conocen las experiencias de su fundador, aunque viendo los resultados psíquicos que afrontan quienes las leen, deben ser de sumo interés.
Este libro no es el único que ha tenido la capacidad de volver loco a sus lectores. A mediados del siglo XIX, Berbiguer de Terre plasmó en un manuscrito sus experiencias tras haber sido objeto de una terrible maldición. Su obra, que llevaba el titulo de Los duendes o todos los demonios no son del otro mundo, provocaba trastornos mentales a todo aquel que se atreviera a leerla.

De todas formas, es preciso recordar que estos dos casos son excepcionales.
Por lo general el contenido de los libros no hace más que enriquecer a todos aquellos que se sumergen en su lectura. La verdadera maldición de los textos nunca tuvo su base en sortilegios nefastos que caían sobre sus lectores. Más bien recaía en los saberes que guardaban, demasiado peligrosos para la soberbia de algunos, que no dudaban en pasarlos por las llamas.

Extraido de http://www.formarse.com.ar

EL MANZANO Y LA MANZANA

EL MANZANO Y LA MANZANA

Un manzano muy alto preguntó a una manzana que había caído desde lo alto de una rama hasta sus raíces.

-¡Hola, manzanita! ¿Cuándo te decides ser un manzano?

-¿Yo? Soy una pequeña manzana, nunca seré un árbol.

-Ya eres un manzano en tu interior, una manzana sólo por fuera.

-¡Qué tonterías dices! Decir que soy un manzano…

-Ya lo eres en cualidad; una manzanita solamente en cantidad.

-¿Qué filosofía es esa de cualidad y cantidad?

-La cualidad es tu esencia, tu realidad, tu ser.

-Tonterías filosóficas, esas de esencia y calidad del ser.

-No son tonterías. Por dentro, en tus semillas vivas, eres la esencia, la realidad de aquello que yo soy; por fuera, en tu piel y tu carne dura, no eres ni nunca serás un manzano.

Después de esa conversación, hubo un silencio. En ese silencio, la manzanita murmuraba consigo misma:

-“Sé lo que quiere decir; quiere que muera y luego sea un árbol como él. He oído decir que andan por la tierra unos místicos que dicen: “Si la semilla no muere no puede nacer la planta”. ¡Qué mentiras! ¿Cómo puede nacer lo que muere? Yo, por mí, no quiero saber nada de muertes. Prefiero ser la modesta manzana que soy que ser el manzano que no puedo ser”.

Esos últimos pensamientos fueron pensados con tanta energía que el árbol frutal lo escuchó, y le dijo:

-Una manzana muerta no puede dar un manzano vivo.

-Pero. . . ¿no es esto lo que quieres de mí? ¿Qué muera como manzana para vivir como un árbol, como un manzano?

-No, no es esto lo que quiero de ti. Deseo que tus semillas vivan plenamente, porque ellas son tu realidad, tu esencia, tu alma, lo mismo que yo soy.

-Pero… ¿quieres que muera?

-Nadie tiene que morir. En tu piel y tu carne dura no está la vida; vivo lo es la semilla.

-Ya…ya… Si soy esa semilla viva, ¿qué quieres de mí?

El árbol quedó pensativo. Quería explicar la diferencia entre potencia y materia, pero no le iba a comprender. En ese momento pasó una brisa suave que hizo estremecer ligeramente sus hojas. Y el manzano, como inspirado por el soplo, habló:

-Tú eres potencialmente lo que yo actualmente; estás viva, como yo estoy vivo; pero tú estás viva como quien vive dormida, y yo estoy vivo como quien vive despierto.

-¡Más filosofía mística! Más falsedades.

-Escucha. Filosofía no es quimera, mística no es absurdos. Tú y yo estamos vivos en esencia y realidad; pero nuestro modo de ser vivos difiere el uno del otro. Tu semilla está viva, pero como quien vive en un sueño; mi alma vive despierta. Tu vida durmiente, que es débil, debe ser una vida consciente y fuerte.

La manzana calló durante mucho tiempo intentando comprender la diferencia entre vida durmiente y vida despierta; y comprendió que tanto una como la otra eran vidas reales; lo que el manzano quería de ella era una muerte para una vida mayor, más fuerte, completamente despierta. Y replicó:

-Tú quieres que mi pequeña vida dormida sea una gran vida despierta, como la tuya.

-Mi enhorabuena. Comprendiste la verdad sobre ti mismo. En la cualidad, en la esencia, en la realidad, ya eres lo que yo soy; no sólo hay cantidad, ni materialidad.

-Estás fundiendo los cables de mi entendimiento con tanta filosofía del otro mundo. Quiero beber una gota de tu sabiduría y no una lluvia de ella.

-Andando despacio se va lejos. Has comprendido lo principal. Debes permitir que tu cáscara se abra hasta tu corazón, para que tus semillas vivas, que eres tú misma, puedan salir y alcanzar mi tamaño.

-¡Despacio! ¡Despacio! ¿De tu tamaño? Eso me va a llevar muchos años.

En ese momento, el germen vivo de la manzana hizo tanta fuerza que asomó al exterior y se enterró en la tierra y con el auxilio de la humedad y del calor del Sol, se durmió. A los pocos meses salió una raíz blanca y tierna. La semilla fue creciendo, hasta salir fuera de la tierra que la cubría y se hizo verde por el contacto con la luz solar.

Por primera vez la semilla de la manzana vio que era ella misma, pero ahora un árbol de verdad. Llena de sorpresa y alegría comprobó que no había muerto. Esa muerte de la que hablan filósofos y místicos no era una realidad; era solamente remover un obstáculo muerto, un cuerpo, para que la semilla viva pudiese despertar a una vida eterna.

Y pensaba consigo mismo: ¿por qué tenía miedo de morir? ¿Por qué me confundía con mi piel y mi carne y no me identificaba con mi alma, con mi vida? Ese modo de morir venía de mi ignorancia; ahora sé la verdad sobre mí misma.

Y fue feliz.

No entramos en la Eternidad, ni salimos de ella: vivimos en la Eternidad; somos la Eternidad.

Antes de ser, éramos; siendo, somos; dejando de ser, seremos.

La Vida es una partícula de la Eternidad, y una forma de ella.

Así que no se sale de la Eternidad porque se entra en la Vida, sino que la continúa.

Vida y Muerte no son sino formas de la Eternidad

Autora:Isabel Navarro Reynés

Historia de amor

Historia de amor

Hoy estas triste mujer, hoy seré tu bufón. Hoy la alegría huyó de tu rostro, hoy seré tu caballero andante que te devuelva la ilusión. Tu me tendiste la mano en mi momentos de desesperanza, hoy te la tiendo yo... porque una lágrima en tu mejilla, es llanto en mi corazón.


Ven... acércate, déjame entrelazar tus manos para que pueda trasmitirlas un poco de mi amor. Hoy no habrá beso apasionado, hoy tan solo seré el pañuelo donde derramas tu llanto desconsolado... porque una lágrima en tu mejilla, es llanto en mi corazón.

En mis noches de tinieblas fuiste luz en la oscuridad, bálsamo para mis heridas y compañía en mi soledad... por eso hoy que esta triste... yo sonrío por lo dos. No sé cuál es el motivo de tu pena... y me atormenta pensar que la causa es nuestro amor. Solo sé que te amo... y que me duele tu dolor... porque... porque una lágrima en tu mejilla, es llanto en mi corazón.

¿Sabes. ? Quisiera ser payaso, quisiera ser trovador... quisiera poder llevar a tus labios una sonrisa de ilusión. Sentir tu tristeza, escuchar tu apagada voz afligen mi alma... pero... pero hoy no me voy a dejar contagiar de tu pena, hoy seré fuerte como tú lo fuiste cuando mi barco zozobraba y me tendiste el cabo de tu amor, no permitiendo que me hundiera en las gélidas aguas de la desilusión. Hoy anclaré mi barco junto al tuyo y no dejare que te hundas en la desesperación... porque una lágrima en tu mejilla, es llanto en mi corazón.

Reposa tu cabeza en mi pecho mientras te susurro una historia que a mis oídos llegó. Dicen que en un lejano país, vivía una princesa cuya hermosura y bondad no tenía comparación. Cuentan que era alegre y sencilla, que una imperecedera sonrisa iluminaba su faz, haciendo resplandecer su belleza hasta tal punto, que la luz que emanaba de su rostro deslumbraba a todo aquel que la miraba.

 Pero un día la princesa amaneció triste y la luminosidad de su rostro desapareció. El rey, al ver el estado de su hija, hizo las mil y unas para arrancarle una sonrisa, pero todo fue en vano y el monarca sufrió un gran dolor en su corazón, pues amaba mucho a la princesa.

Como si de un hechizo se tratara, la melancolía que padecía la bella joven, recorrió todo el reino tal cual epidemia, inundando a sus gentes de la más profunda apatía. La nación se moría de tristeza y nadie fue capaz de encontrar el remedio para devolver a la princesa su alegría.
El Rey, desesperado, mandó mensajeros a los cuatro vientos, con la orden de reclutar a los mejores artistas, comediantes y bufones del mundo que se encontraran por el camino. Desde todas partes del mundo llegaron los más variopintos y famosos personajes, atraídos, tanto por la suculenta recompensa que el Rey había prometido a aquel que hiciera reír a la joven, como por la belleza sin par de esta, de la que los mensajeros habían contado maravillas.

Malabaristas, cuyas proezas resultaban increíbles, actores, que interpretaron comedias que en otro lugar habían hecho reír a la gente sin parar, payasos, cuya solo presencia hacia soltar la carcajada, bailarinas exóticas de otros países, domadores de fieros animales... hasta un joven que había adiestrado a media docena de pequeños perros haciéndoles ejecutar mil y una monerías... todos, todos fracasaron en su intento de hacer sonreír a la bella princesa, que observaba atentamente las fiestas y cabriolas que se representaban para devolverle la alegría, pero la tristeza seguía instalada en su rostro.

 El padre, al ver que nada de todo aquello devolvía la felicidad a su hija, hizo parar las actuaciones y se puso a pasear de un lado a otro del inmenso salón donde había reunido a todos los artistas. Estos dejaron un espacio libre para no molestar al monarca en sus idas y venidas. De vez en cuando se paraba frente al trono donde se hallaba su hija, movía apesadumbrado la cabeza y echando las manos a la espalda, volvía a recorrer la estancia de un lado a otro mientras trataba de hallar una solución.

 De pronto, y sin que el joven adiestrador pudiera evitarlo, uno de los perritos cruzó ante el Rey introduciéndose entre sus piernas haciéndole perder el equilibrio y manoteando en el aire se fue al suelo. Un espeso silencio se hizo en la gran sala al ver la regia figura caída en cómica postura, ya que las rodillas evitaron que cayera plano a tierra, pero esto hizo que dejara su noble trasero en no muy noble posición, la capa de su vestimenta había caído de forma que le tapaba de cintura para arriba, dando a su imagen una grotesca apariencia. Fue entonces, en aquel silencio, cuando una risa cristalina llenó el aire. Todos se miraron entre si, tratando de descubrir quien era sido el osado que se había reído del Soberano, mientras, la risa seguía oyéndose.

 El rey se levantó poco a poco, el no necesitaba buscar al apersona que reía, él conocía aquella risa mejor que nadie y con lagrimas en los ojos, miró hacia donde estaba la princesa y contemplo como la alegría había vuelto al rostro de su hija y como ella reía completamente feliz a causa de su caída.

Lo que nadie había conseguido, un simple incidente logró hacer, la tristeza abandonó a la infanta y como consecuencia, desapareció del todo el reino. La joven se encapricho del perrito que hizo caer a su padre y muy gustosamente el joven dueño se lo regaló. Pronto nacería entre ambos una fuerte amistad, que como bien supones, en boda acabó
  esta es la historia que me contaron amor mío... Hay momentos en la vida en que nos invade la tristeza sin que comprendamos cual es el motivo de ella. Yo... yo solo quiero ser tu Rey... ese Rey que busco por todo el mundo la alegría perdida de su hija... yo quiero ser ese hombre, que aun en un acto involuntario, sea capaz de devolverte esa sonrisa... porque yo... yo desconozco el motivo de tu tristeza y tal vez la causa no sea otra en que me empeño en hacerte reír, cuando lo que tu me pides es mi compañía. ¿Es posible que este tan ciego... que no me dé cuenta... que lo que tu necesitas es mi amor y no mi bufonería...?

Perdóname amor si este a sido mi error, pero tu tristeza me hace perder la razón... porque yo... yo te amo... y una lágrima en tu mejilla, es llanto en mi corazón.

HADA

HADA

Hada de mis recuerdos,

dulce Hada de mi niñez,

con suaves y luminosas alas,

perfume de mi ayer,

repleto de historias bellas,

limpias, pegadas a mi piel.

En tu regazo apoyada...

me soñaba y... me sentía estremecer.

Que la belleza no se apague,

que brille la fantasía,

que el que nazca hoy día,

en tu regazo se sueñe,

para que no se acabe nunca

lo que tu varita empuja,

la imaginación creadora

que nos dice: el que quiere... ¡vuela!

LA PEQUEÑA SIRENITA

https://hadaymago.blogia.com/upload/externo-0b17e4e9d249f2dbe683675f64d18bfb.gifHacía muchos años que el rey del mar era viudo. Su anciana madre era quien se ocupaba de cuidar a sus seis hijas, las princesitas del mar. De estas, la más bella era la menor. Como todas sus hermanas, no tenía pies: su cuerpo terminaba en cola de pez.A partir de los quince años, las princesitas podían salir de las aguas y ver pasar los barcos. Aquel año la menor los cumplía y esperaba con impaciencia el momento en que pudiera ver el mundo.Al fin llegó el día en que la sirena pudo asomar la cabeza a la superficie.

A poca distancia había un barco y sobre la cubierta se hallaba un joven y guapo príncipe. La princesa no era capaz de apartar los ojos de él. Estaba enamorada.
Durante los días siguientes sólo pudo pensar en aquel apuesto príncipe. Su único deseo era convertirse en un ser humano y vivir siempre junto al joven príncipe. Por eso se decidió a visitar a la bruja del mar. Quizás ella pudiera ayudarla.
La bruja del mar no dudó en hacer un trato con ella: la libraría de la cola y le daría dos piernas para andar, por medio de un brebaje que sólo ella sabía preparar, pero cada vez que diese un paso sería como si pisase un afilado cuchillo por los dolores que tendría que sufrir.Si no conseguía enamorar al príncipe, a la mañana siguiente de casarse él con otra doncella, la sirenita se convertiría en espuma flotante en el agua. Además, a cambio del brebaje, debía entregarle su hermosa voz. La princesita aceptó el trato.
A la mañana siguiente, cuando el príncipe daba su acostumbrado paseo, encontró a la sirenita ya convertida en una bellísima muchacha. Le preguntó quién era, pero la princesa no podía hablar. Entonces el joven la tomó de la mano y la llevó al interior del palacio. La sirenita era feliz a pesar de los agudos dolores que padecía cada vez que daba un paso.
Desde aquel día la sirenita y el príncipe se hicieron inseparables. Una noche, llegó al puerto del palacio un barco de donde bajó la princesa que estaba prometida en matrimonio con el príncipe. El joven se quedó frío como el hielo al verla porque no la conocía.

Su padre, el rey, le dijo que su deber era casarse con aquella doncella pero el príncipe dijo que, antes que casarse con una mujer que jamás en su vida había visto y que no le inspiraba amor, prefería renunciar al trono.Ante esa amenaza el viejo rey cedió, escribió una carta de disculpas a su amigo el padre de la princesa y se quejó de haber pasado la mayor vergüenza de su vida, pero en el fondo se alegró de lo que había pasado.
Después de que el barco se llevó a la princesa, el príncipe tomó de la mano a la sirenita y dándole un beso le declaró su amor. La pequeña niña cantó de emoción dejando asombrado al príncipe con su melodiosa voz y sintió cómo se iban para siempre los dolores de sus piernas.

Los dos reinos de mar y tierra celebraron felices el matrimonio de los príncipes quienes fueron felices para siempre. De la bruja del mar, nadie volvió a saber.

El hada y el mago

Esta canción es de Rata Blanca

Cuenta la historia de un mago
que un día en su bosque encantado lloró

Porque a pesar de su magia
no había podido encontrar el amor

La luna su única amiga le daba fuerzas para soportar
Todo el dolor que sentía por culpa de su tan larga soledad
Y es que sabía muy bien que en su existir
nunca debía salir de su destino

Si alguien te tiene que amar
ya lo sabrás
sólo tendrás que saber reconocerlo.

Fue en una tarde que el mago paseando
en el bosque la vista cruzó
con la mas dulce mirada que
en toda su vida jamás conoció
desde ese mismo momento
el hada y el mago quisieron estar
sólo los dos en el bosque amándose
siempre y en todo lugar

Y el mal que siempre existió
no soportó
ver tanta felicidad entre dos seres
y con su odio atacó hasta que el hada cayó
en ese sueño fatal de no sentir.

En su castillo pasaba las noches
el mago buscando el poder
que delvoviera a su hada, su amor
su mirada tan dulce de ayer
y no paró desde entonces buscando
la forma de recuperar
a la mujer que aquel día en medio del bosque
por fin pudo amar.

Y hoy sabe que es el amor
y que tendrá
fuerza y para siempre con él se quedará.

Mas para soportar aquel conjuro
sabe que un día verá
su dulce hada llegar

La leyenda de Knockgrafton

La leyenda de Knockgrafton

Existe una leyenda irlandesa de las hadas que nos cuenta de un desdichado jorobado llamado Lusmore que vivía en un fértil vallecito al pie de las lóbregas montañas de Galtee. T. Crofton Croker, en su libro Leyendas y tradiciones de las Hadas del Sur de Irlanda, nos cuenta que el pobre Lusmore (a quien llamaban así porque siempre llevaba una ramita de digital lusmore -en el idioma de su país- en el sombrecillo de paja) sufría doblemente por su deformidad, ya que a las gentes del campo les causaba cierto temor y le huían. Una tarde, de regreso del bonito pueblo de Gahir, se sentó un momento para que reposasen sus cansados miembros, cerca de la fortaleza de Knockgafton. Al poco, oyó una preciosa música, aunque no terrenal, que venía de la fortaleza. Tan cautivadora era la melodía que Lusmore quedóse escuchándola hasta quedarse harto de la recepción de la tonada. Al rato, hubo una pausa, y Lusmore reanudó la canción por sí solo, en tono más alto y luego siguió cantando con las voces de dentro del castillo. Encantadas quedaron las hadas con esta variación de su melodía, y con pronta determinación, decidieron traer junto a ellas a aquel mortal, cuya habilidad musical tan superior era a la de ellas, y el pequeño Lusmore fue trasladado a su presencia con la vertiginosa rapidez de un remolino. Las hadas dichosas rindieron justo homenaje al talento de Lusmore, colocándole por encima de todos sus músicos y le festejaron como si hubiera sido el primer varón sobre la tierra. Pronto advirtió Lusmore que se estaba celebrando una amplia consulta y se sintió algo alarmado hasta que un hada se separó del resto para decirle:

Cantor, cantor:
no tengas dolor.
La joroba mayor
que causaba pavor
en tu espalda, señor,
se secó como flor.
Mírala sin temor
en el suelo, cantor.


Lusmore sintió en los hombros una inusitada ligereza y tan emocionado estaba que hubiera podido brincar sobre la luna de un salto. Miró sorprendido en torno suyo, pues por primera vez pudo alzar la cabeza y todo le parecía más hermoso cada vez. Subyugado al contemplar tan resplandeciente escena, empezó, a sentirse mareado y se le enturbió la vista. Por último, quedó sumido en un profundo sueño y cuando despertó, ¡oh maravilla de las maravillas!, era un hombre distinto. Vestido con un traje recién hecho, que debía de ser obra de las hadas, vio que se había convertido en un ser vivaz y bien formado. Poco tiempo después, le visitó una anciana que quería saber detalles de su "curación", para dárselos conocer a un amigo de su hijo que era jorobado. Lusmore era hombre de buen corazón y le contó de buen grado lo sucedido. La mujer le dio amablemente las gracias y regresó a su hogar. Contóle a su amigo cuanto Lusmore le dijera y atravesaron el pueblo para encaminarse a la vieja fortaleza de Knockgrafton. Esta vez el jorobado, que se llamaba Jack Madden, era un ser malhumorado y artero desde que nació. Cuando oyó la música de las hadas, tuvo tanta prisa que interrumpio el canto fabuloso, lanzando sus palabras a voz en grito y pensando que si un día fue bueno, dos serán mejor; y que si a Lusmore le habían dado un traje nuevo, él tendría dos. Ante esta intrusión, las hadas, indignadas, se pusieron fuera de sí, arrebataron con su tremenda fuerza a Jack Madden hasta hacerlo entrar en el castillo y le rodearon dando gritos y alaridos. Avanzó una de las hadas del grupo y dijo:

¡Jack Madden, Jack Madden!
Tus letras invaden
nuestra melodía
que es toda alegría.
Si aquí te trajimos,
fue porque oímos,
pero tu ventura
será desventura.
Pues no nos arrobas,
tendrás dos jorobas.


Y así diciendo, veinte de las hadas más vigorosas trajeron la joroba de Lusmore y se la colocaron enla espalda del pobre Jack, sobre la que ya tenía, y allí quedó fija con tanta firmeza como si estuviese clavado con clavos de veinte peniques, por el mejor carpintero que clavar supiera. Luego, las hadas le dijeron una patada al infortunado para echarle del castillo y a la mañana siguiente dos mujeres le encontraron medio muerto, con sus dos jorobas a cuestas. Inútil decir que el desdichado Jack no vivió mucho más, ya que sea por la vuelta a casa, sea por el peso que llevaba encima, murió poco después.

El hada flor

El hada flor

Aquí os dejo uno de los primeros cuentos que publicaremos para poder soñar y disfrutar de los momentos mágicos que nos ofrece este mundo tan especial que nos rodea.

   Milisant era un hada niña; y como todas las niñas, sea de la especie que sea, era traviesa, curiosa, dulce y juguetona. Vivía en un bosque mágico que era frontera con el mundo de los sueños, en el colegio de hadas, puesto que estaba aprendiendo a tener todos los poderes de un hada adulta. Era hija de una ninfa del bosque y un elfo enano; y la reina de las hadas había dicho a sus padres que necesitaba niñas para su clan de hadas verdes, y allá fue Milisant... a convertirse en hada verde.

          Sólo que nuestra pequeña amiga no quería ser hada verde... Las hadas verdes son las encargadas de pintar de este color todos los árboles, las plantas, arbustos... que habitan en el bosque mágico. Ella quería ser un hada flor. Las hadas flor son aquéllas que, como las hadas verdes, se encargaban de dar color a todas las flores del bosque, pero con una ventaja: ellas podían utilizar infinidad de colores: rojo, rosa, blanco, azul, violeta, amarillo...
           Milisant llevaba una estación en la escuela de hadas. En la próxima primavera, que sería muy pronto, tendría que salir a ayudar a las hadas adultas a colorear de verde todo el bosque. Para ello tenían que agitar las alas que la reina le había impuesto y éstas derramaban un polvillo verde que pintaba las hojas. Pero estaba enfadada. No quería llevar el color verde. Quería ser como las otras, como las hadas flor, y por eso estaba siempre haciendo travesuras y siendo castigada por ello.


Por fin llegó la primavera. La reina de las hadas congregó a todas sus súbditas y nombró jefas de grupo para comenzar su trabajo de todos los años. A Milisant le tocó ir con el grupo de Jhone, que era el encargado de dar color a las hojas de los pequeños arbustos. Era el trabajo más sencillo y por ello se le encargaba a las principiantes.


Jhone, precavida no dejó que Milisant se apartara de su lado, pues sabía de las travesuras que era capaz nuestra chiquitina.


Transcurría el día con tranquilidad. Milisant se aburría mucho, todas las hojas eran iguales y Jhone no le dejaba moverse para nada. Al cabo de un rato, se acercó un grupo de hadas flor y su jefa de grupo, ésta se puso a charlar con Jhone sobre el trabajo. Milisant veía maravillada los colores de las hadas flor... y entonces se dio cuenta de una cosa: ¡No había ninguna hada flor que llevara el color verde! Por eso, se le ocurrió una idea. Poquito a poquito se fue metiendo entre el grupo de las otras sin que nadie se diera cuenta.


Jhone  y la otra hada terminaron de hablar y se despidieron. Ésta última se marchó junto con su grupo y Milisant, escondida entre ellas, también. Llegaron a un gran campo de flores y todas comenzaron a hacer su trabajo, y Milisant también. Empezó a teñir de verde las flores que más le gustaban. ¡Quedaban muy bonitas!.



De pronto la jefa del grupo flor la vio, y vio lo que estaba haciendo, y empezó a gritarle para que parara. Milisant, muy asustada se escondió en un capullo de rosa que antes había teñido de verde. Enseguida llegaron el resto de las hadas para ver el desastre y todas murmuraban reproches entre sí. De pronto, todo el mundo calló: era la reina Aldara, que llegaba a poner orden.


Durante un rato se quedó mirando la escena, después preguntó quien era responsable de aquel desaguisado. Jhone se adelantó cabizbaja y avergonzada y le contó toda la historia. Entonces la reina llamó a Milisant, le dijo que saliera de su escondrijo y le explicara porque había hecho aquello con las flores. Ella asustada, se lo contó todo, que se había dado cuenta de que las flores no era ninguna verde y por eso lo había hecho, porque ella quería ser un hada flor...


La reina sonrió y le dijo que tenía razón, eran muy bonitas y raras las flores verdes. Todos miraron asombradas como la reina se reía de la travesura de la pequeña en vez de ser castigada.


Así a partir de ese día, hubo un hada flor que teñía las flores de verde, y fue muy feliz, tanto, que llegó a amar el color verde.



FIN

Escrito por Amelia Ortiz Carreño